Como me repatea el echo de dar la vuelta al periódico de ayer y ver que todo el país es azul. Como se puede vivir en él sin enterrar, para siempre, el sentido común.
Se quiere un cambio, así que lo más fácil es dar apoyo a un partido que tiene la poción mágica para sacarnos de la crisis, y nos hace sufrir, agonizar, desangrandonos lentamente, si no le damos a cambio el PODER. Que bellas personas, que sensibilidad, que talante y que tremenda sinceridad que transmiten. Gran acierto que el país se redecore con dulces tonos azules.
Gran satisfacción al ver que nuestros ayuntamientos tendrán una inyección de serenidad con partidos que su eslogan es "primero los de casa". ¿Porque se cortan tanto? Que estallen carteles directos y contundentes dónde se lea " ¡Que se jodan los inmigrantes!". Así dejaran enterradas las memorias de todos los españoles que buscaron prosperidad en Alemania, por ejemplo, y lo único que ganaron fue el "soy de aquí, soy de allí y de ningún lado".
Pataletas y culpables. Los bancos. Que malos al llenar durante años sus bolsillos a costa del humilde pueblo. Esa pobre plebe que compraba pisos por cincuenta millones de pesetas a cuarenta años y los amueblaba enteros, hasta el último detalle. Unían sus vidas, con dos años de espera, ante Dios y por todo lo alto y a los 9 meses daban la bienvenida a una alma indefensa que desde su primer llanto de vida era abordado por miles de ofrendas carísimas e indispensables. Es evidente la necesidad de que una criatura que no abre, aún, los ojos, necesita las zapatillas deportivas que usaba Ronaldinho, tamaño bollito de pan. Es de cajón, vamos. Ese modesto pueblo que todos los años tenía que viajar hacia playas blancas, dónde, como borregos, se hinchaban a margaritas dentro de la piscina, sin parar de comer, como si de un sympósio se tratara, y la única forma de sobrevivir a ello fuese a través de la bulimia. La culpa es de los ricos que poseen todo el dinero, como siempre, no nuestra por llevar una vida que no nos pertenece. Nosotros no tenemos nada que ver con la avaricia que rompió el saco. Y nos enfadamos, y salimos unidos a la calle, desgarrandonos la garganta para ser escuchados al sentir que ese dulce sueño consumista se trasformó en una auténtica pesadilla, de esas que controlas, y sufres, aún sabiendo que es un sueño y lo único que deseas es despertar. Seguimos cabreados e, irremediablemente, la mancha del individualismo genético que nos identifica como la evolución del ser humano egoista y egocéntrico, hace que luchemos por cosas que no son prioridad.
¿Cuál es la prioridad real? Asumir parte de culpa, por avariciosos, y después luchar por un cambio de sistema sensato y real, con propuestas viables y tangentes, sin tirar cada uno del carro hacia su vera. Respetando nuestra propia tierra y a nosotros mismos, unos a otros, como si de una gran tribu se tratara. Solo así podremos abrir el camino de la libertad que nos llevará a una democracia verdadera.
TOTEKING Y ANTONIO OROZCO - HOY TODO VA AL REVÉS